Naomi Osaka, remontada entre lágrimas en Pekín

La japonesa Naomi Osaka ha vuelto a llorar en una pista de tenis. Lo hizo en el día que debía haber sido el más feliz de su vida hasta entonces, el de su primera victoria en Grand Slam, pero la derrotada Serera Williams le robó el protagonismo con sus rifirrafes excesivos con el juez de silla portugués Carlos Ramos.

Osaka pasó del triunfo en el US Open a hacer final en casa, el WTA de Tokio, cediendo en el último partido ante la checa Karolina Pliskova.

Muchas emociones todavía a flor de piel, como ella misma reconoció a su llegada esta semana a Pekín para disputar el Open de China. Reconoció por vez primera en público, abiertamente, la sensación agridulce que todavía permanecía por todo lo sucedido en Nueva York.

Naomi Osaka, enrabietada, lanza la raqueta contra el suelo en su partido del WTA de Pekín frente a Shuai Zhang

Tampoco pudo evitar el llanto en el WTA de Pekín. Lágrimas de rabia, de llanto, quizás también terapéuticas soltando mucho lastre emocional interno. Lo pagó con la raqueta, enrabietándose consigo mismo, pero no fue en vano el ataque de nervios, ya que se encendió también tenísticamente para remontar y ganar el encuentro.

Osaka acabó venciendo a la local Shuai Zhang, bien respaldada por el público, por 3-6, 6-4 y 7-5, tras estar fuera del partido de y de sí con 1-4 en contra en la segunda manga. A sus 20 años, otra semifinal para la nipona, sobreviviendo en la montaña rusa de emociones en la que sigue viajando.

 

Naomi Osaka, sentimientos a flor de piel